Usar el deporte y el juego en el entorno posterior al desastre requiere más que simplemente hacer rodar una pelota en el campo. Según el relato de un experto en programas deportivos en Bam, cuando se invitaba a los niños a jugar, “…nadie se movía. Estaban totalmente inhibidos como si se hubieran quedado congelados desde el terremoto”.
Hay una serie de consideraciones clave en el desarrollo de programas deportivos psicosociales para lograr la máxima eficacia. Éstas incluyen:
- Ofrecer intervenciones bien estructuradas y planificadas basadas en objetivos psicosociales identificados
- Apuntar a satisfacer las necesidades de todos los grupos comunitarios.
- Reclutar activamente a los miembros menos poderosos o móviles de una comunidad
- Desarrollar el programa en colaboración con organizaciones y agencias locales.
- Considere la sostenibilidad a largo plazo desde el principio
Se deben considerar las necesidades de los grupos comunitarios más vulnerables, incluidas las de las mujeres, los niños, los ancianos y las personas con discapacidad. Los programas también deben ser lo suficientemente flexibles para adaptarse a las necesidades cambiantes de los participantes y ser sensibles a la cultura local, las tradiciones y las relaciones de género.
En relación con las actividades deportivas, es importante tener en cuenta que pueden prevalecer actitudes locales hacia determinados deportes que dicten qué grupos sociales tradicionalmente tienen o han tenido acceso al deporte de competición. Por ejemplo, si se considerara que los deportes solo son accesibles para las élites sociales dentro de la comunidad, las respuestas a desastres que se centren en los más vulnerables deberían considerar cómo se puede interpretar el uso de un deporte en particular dentro de la comunidad local.
La experiencia demuestra que los esfuerzos tienen más éxito cuando se ha puesto énfasis en los aspectos recreativos y de rehabilitación del deporte y el juego, en lugar del deporte en sí. El personal de respuesta a desastres y los entrenadores deben tener en cuenta que las reglas de los juegos se pueden cambiar para enfatizar aún más los beneficios psicosociales del deporte, incluida la construcción de relaciones o la confianza, la confianza en uno mismo, la asociación y la resiliencia.
El espacio físico para actividades deportivas y lúdicas es un aspecto crucial a tener en cuenta en la planificación e implementación de este tipo de programas. En la mayoría de los escenarios de desastres, el espacio es particularmente importante, especialmente en los campamentos para refugiados o desplazados. El espacio para actividades deportivas y lúdicas debe asignarse con la participación y la "aceptación" de la comunidad local.
Las experiencias de pérdida, duelo, culpa y otras emociones pueden surgir tanto en los sobrevivientes de desastres como en los que responden a desastres. Los socorristas pueden beneficiarse de participar en actividades físicas que les ayuden a manejar su propio estrés y trauma y a ser más efectivos cuando ayuden a los demás.
Al igual que con otras áreas del desarrollo y la ayuda humanitaria, el seguimiento y la evaluación de los proyectos son esenciales para medir la eficacia con la que un programa cumple los objetivos previstos. Hay una serie de desafíos asociados con la realización de monitoreos y evaluaciones en un entorno posterior a un desastre. Sin embargo, un compromiso para mejorar las herramientas de evaluación existentes contribuirá en gran medida a mejorar los programas deportivos psicosociales basándose en la evidencia empírica.
Los expertos han destacado el papel central que pueden desempeñar la familia y la comunidad en la construcción de la resiliencia de un individuo. La participación de la unidad familiar en la superación del trauma y la aceleración del proceso de curación es crucial.
Imagen de Ny Menghor https://unsplash.com/photos/-EuGANGMFTk