Se desconoce la combinación óptima de tipo, frecuencia e intensidad de actividad física para diferentes poblaciones, pero existe un claro consenso de que se recomienda una actividad física regular de al menos 30 minutos de intensidad moderada para un estilo de vida saludable. También es importante seleccionar actividades con relevancia cultural para las personas.

En las poblaciones en riesgo, se debe prestar especial atención a la prescripción de actividad física para garantizar que se optimicen las condiciones para promover beneficios positivos para la salud. La forma física, los factores fisiológicos (frecuencia cardíaca y respiratoria, azúcar en sangre), la dieta y la nutrición, la hidratación y el tipo y la intensidad de la actividad son factores que repercuten en la oferta de actividad física y deporte, en particular para las personas con riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles. Por ejemplo, caminar, andar en bicicleta, nadar y otras actividades de bajo impacto a menudo se seleccionan para personas con enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes.

Hay una serie de consideraciones para la programación del deporte y la actividad física que tiene como objetivo la prevención del VIH/SIDA en varios entornos:

Modelos de aprendizaje activo

Los métodos de aprendizaje participativos basados en juegos se reconocen cada vez más como particularmente útiles para transmitir mensajes de prevención del VIH/SIDA y alentar cambios en las actitudes hacia el VIH/SIDA y la salud sexual. En los programas deportivos, se ha favorecido este enfoque hacia la prevención del VIH frente a la enseñanza 'estilo aula', como en entornos escolares y métodos basados en talleres.

Superar las barreras para entregar información confidencial

Los métodos de aprendizaje activo han resultado útiles para abordar los temas delicados del VIH/SIDA y el sexo de manera que tanto los mentores como los jóvenes se sientan más cómodos. Los juegos interactivos permiten a los participantes abordar el tema del VIH/SIDA de forma indirecta, y el aprendizaje se desarrolla en un ambiente más distendido.

Desarrollo de capacidades entre líderes juveniles

El papel de los adultos de confianza en la tutoría de jóvenes para desarrollar líderes de pares jóvenes y mentores de jóvenes para niños más pequeños se reconoce cada vez más como una estrategia importante en la prevención del VIH. Las redes sociales positivas (como equipos deportivos y clubes extraescolares) se pueden utilizar como sitios para identificar, capacitar y apoyar a mentores que puedan brindar apoyo a los jóvenes sobre cómo mitigar las presiones sociales que influyen negativamente en el comportamiento.

Colaboración con servicios sanitarios y especialistas

Cuando estén presentes, los servicios de prevención del VIH existentes deben trabajar junto con los programas deportivos. Los puntos fuertes de los programas deportivos radican en la entrega de información a través de medios facilitados y el papel de los mentores en la prestación de apoyo psicosocial a los jóvenes en riesgo. Además, los servicios de prevención del VIH, como el asesoramiento y las pruebas voluntarias (VCT), el tratamiento de infecciones de transmisión sexual (ITS) y el suministro de preservativos, son cruciales para mantener la eficacia de un programa de prevención del VIH.

Imagen de Quino Al https://unsplash.com/photos/XAlKHW9ierw