Es hora de rebelarse

Parece necesario un replanteamiento. Como han señalado varias personalidades comprometidas, ¿el deporte de alto nivel, tal como está definido y construido, todavía tiene un lugar en un mundo de contracción energética?
¿Hasta cuándo será posible considerar, por ejemplo, que los clubes de fútbol europeos puedan ir a Asia una semana, a Estados Unidos la siguiente y a Qatar la semana siguiente? ¿Cómo es posible que estos clubes todavía puedan gastar cientos de millones de euros en salarios y fichajes cuando parece que no pueden "invertir" algunas decenas de miles en una estrategia de impacto social o medioambiental?
¿Cómo es posible que algunas federaciones internacionales importantes sigan siendo patrocinadas por industrias contaminantes o destructoras de la salud?
Me pregunto cuáles son las prioridades estratégicas de estas organizaciones. ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Siempre más crecimiento? ¿Siempre más entretenimiento? ¿Siempre más especulación financiera? ¿Siempre más interferencia geopolítica? ¿Cuáles son las misiones sociales que han identificado claramente? ¿Cuáles son sus razones de ser?
¿La gobernanza de estas organizaciones incluye en su hoja de ruta estratégica, como principio primordial, la regeneración de los ecosistemas naturales, la preservación de la vida y la contribución al bien común? ¿Cómo se organizan y trabajan para resolver los problemas sociales de manera sostenible?
¿Existe realmente una estrategia de RSE definida o se trata simplemente de una cuestión de oportunidad, un poco de "pintura verde", declaraciones oportunistas, convocatorias de licitaciones sin una estructura real? ¿Por qué estas cuestiones de impacto social y medioambiental parecen estar impulsadas únicamente por los departamentos de comunicación o de compras con vistas a "hacerlo bien", de manera táctica, y no encarnadas por la dirección?
¿Por qué realizar acciones o proyectos de corto plazo y completamente desconectados de las realidades y límites de los ecosistemas del planeta? ¿Por qué realizar acciones sólo mediante el apareamiento, sólo bajo el fruto de una creciente presión social?
Me pregunto sobre el respeto de las normas y alertas científicas (Science Based Target, etc.) y la consideración de las cuestiones socioclimáticas. En un mundo donde (normalmente) respetamos el Acuerdo de París y donde todos deberían tener una huella de carbono máxima de 2 t de CO2/eq, tenemos que preguntarnos si los modelos económicos de estas organizaciones siguen siendo viables.
En cualquier caso, parece más necesario que nunca que las organizaciones deportivas integren una verdadera estrategia de ecorresponsabilidad, respaldada por una gobernanza sincera, ilustrada y educada, que una a todas las partes interesadas en un enfoque común, en un proyecto común de impacto positivo. Esto no sólo creará valor económico y social, sino que también garantizará el desarrollo a largo plazo de estas organizaciones.
Clubes, federaciones y ministerios tienen la oportunidad de posicionar su enfoque medioambiental como pilar estratégico y palanca de innovación en todos sus departamentos o sectores de actividad (gestión, finanzas, comunicación, contabilidad, etc.), de forma conjunta con todos sus stakeholders (privados). socios, instituciones y autoridades públicas, deportistas, aficionados, personal/colaboradores).
Por lo tanto, la visión y las acciones propuestas estarán ancladas en una lógica de desarrollo que les permita: reducir sus riesgos físicos y de transición relacionados con el calentamiento global y la erosión de la biodiversidad; generar ingresos, retener y adquirir nuevos socios; optimizar y conservar las asociaciones actuales permitiendo que las marcas/instituciones activen sus compromisos con el nuevo enfoque de RSE; abrir nuevas categorías y aumentar su atractivo para nuevos socios que buscan activos que les permitan expresar su razón de ser; aumentar la participación de los fans y conquistar una nueva audiencia.
Los aficionados y el público en general quieren implicarse en la solución de los principales desafíos sociales, especialmente el medio ambiente; aumentar el atractivo del club e impulsar la contratación de deportistas comprometidos (y por tanto más exitosos en el campo); involucrar a las partes interesadas del club más allá del desempeño y el prestigio del club; retener empleados dentro de las organizaciones y atraer nuevo talento.
Finalmente, me pregunto sobre la coherencia y el equilibrio de las escalas de valores. Todavía me sorprenden mucho los presupuestos destinados a determinadas nóminas, traslados y activaciones en medios cuando sólo el 0,01 por ciento de algunas de estas cantidades sería más que suficiente para iniciar la integración de una estrategia estructural y diferenciadora de RSC/Propósito. Este 0,01 por ciento sería suficiente incluso para dar, repito, una cierta ventaja competitiva a estas organizaciones deportivas, atrayendo nuevos patrocinadores, participando en la retención de los empleados, en el compromiso de los aficionados, etc.
Con unos cientos de miles de euros, una organización deportiva podría posicionarse públicamente sobre la integración de las cuestiones de biodiversidad y la puesta en práctica de soluciones sostenibles y resilientes mediante la realización de determinadas acciones concretas.
Estructurar un proceso de RSC ambiental para establecer una hoja de ruta clara y precisa de la madurez del club en materia de “desarrollo sostenible” y de sus compromisos. Incluyen análisis de su huella de carbono y metodología de reducción/compensación, reducción de costes de agua y energía, análisis de la gestión de residuos, estructuración de una política de biodiversidad y aceleración de la transición hacia la movilidad sostenible.
Ahora estoy convencido de una cosa; Si las organizaciones deportivas no dan el paso a esta revolución de impacto en curso, esta revolución de Propósito, si no integran estas cuestiones de eco-responsabilidad, sufrirán en las próximas décadas. Esto es innegable.
Se verán estructuralmente amenazados en su esencia misma, y los millones de euros de estas famosas cantidades asombrosas de transferencias y otros salarios no tendrán ningún significado.
Si no lo hacen, el pueblo, la juventud rebelada, se levantará y exigirá cuentas. Tal como están las cosas, ya estamos empezando a verlo en algunos grandes eventos deportivos: Roland Garros, el Tour de Francia y mañana, los Juegos Olímpicos y los Mundiales. No podemos decir que no lo sabíamos.
Vamos a oírlo.
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Sobre el Autor
Francois Singer está especializado en Marketing Internacional e Innovación. También se especializó en el campo de la Gestión de Organizaciones Deportivas y la Eco-Responsabilidad. Singer ha trabajado, entre otros, con el grupo de expertos "Deporte y Ciudadanía", el Comité Olímpico Francés 2024 y la UNESCO.
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